El índice de precios al consumo (IPC) bajó un 1,7% en enero respecto al mes anterior y recortó cuatro décimas su tasa interanual, situándose hasta el -1,4%, debido principalmente al descenso del precio de la gasolina. El dato de enero, en la línea de meses anteriores, encadena la séptima tasa negativa de IPC interanual.

Pero ¿en qué afecta una tasa interanual negativa del IPC a la hora de actualizar la renta? La Ley de Arrendamientos Urbanos, dispone al respecto que “Durante la vigencia del contrato la renta sólo podrá ser actualizada por el arrendador o el arrendatario en la fecha en que se cumpla cada año de vigencia del contrato, en los términos pactados por las partes. En defecto de pacto expreso, el contrato se actualizará aplicando a la renta correspondiente a la anualidad anterior la variación porcentual experimentada por el índice general nacional del sistema de índices de precios de consumo en un período de doce meses inmediatamente anteriores a la fecha de cada actualización, tomando como mes de referencia para la primera actualización el que corresponda al último índice que estuviera publicado en la fecha de celebración del contrato, y en las sucesivas, el que corresponda al último aplicado”.

Queda clara la referencia de la Ley respecto a que deja a la libertad de las partes los términos de la actualización de la renta, por lo que habrá que estar a lo dispuesto en la letra del contrato.

Por tanto, en caso de que el contrato no haga mención expresa o figure explícitamente que la renta se actualizará de acuerdo con la variación del IPC, podremos pedir que nos bajen la renta; pero si en el contrato consta que la renta “se incrementará o ascenderá”, o emplease términos similares haciendo referencia exclusivamente al método de cálculo para la subida y no para la actualización (incluida la bajada), no podremos exigir que nos bajen el precio de la renta cuando el IPC sea negativo, por lo que seguiremos pagando la misma cantidad. La diferencia es sutil, pero determinante.