La jornada de paro de ayer, que tuvo un seguimiento masivo, podría ser solo el aperitivo. Las asociaciones del taxi apuntan la posibilidad de ir a una huelga indefinida a partir del 5 de diciembre, con la finalidad de que el Ministerio de Fomento implante medidas más restrictivas para las plataformas que circulan con licencias VTC -fundamentalmente Uber y Cabify-, a las que acusan de competencia desleal.

Se avecinan malos tiempos para el sector. Recientemente el Tribunal Supremo otorgó 80 nuevas licencias VTC, relativas a permisos que fueron solicitados entre julio de 2013 y noviembre de 2015, es decir, antes de que se hubiera producido el desarrollo reglamentario de las limitaciones y restricciones, y que establece el ratio de 30 licencias de taxi por una de VTC. El problema es que detrás de esas 80 licencias, a raíz del fallo del Supremo, que sienta jurisprudencia, van a ir muchísimas más. Se calcula que solo en Madrid y Barcelona se concederán alrededor de 6.000 licencias más.

El Ministerio de Fomento, por su parte, tiene previsto aprobar un Real Decreto a través del que se recoge la prohibición de la venta o transmisión de las licencias VTC durante los dos primeros años tras su obtención, se establece la creación de un registro público en el que los conductores vengan obligados a registrar los servicios antes de prestarlos para garantizar que cumplen el requisito de contratación previa, y obliga a realizar el 80% de su servicio en el ámbito de la comunidad autónoma donde se obtuvo la licencia. No obstante, la previsión normativa no satisface las pretensiones del sector, pues se empecina en que se supriman las licencias otorgadas hasta recuperar el ratio 1/30, lo cual es sencillamente imposible. 

Por más impedimentos, límites, protestas y huelgas que el sector del taxi quiera promover, la realidad es muy tozuda y acabará por imponerse. Ni Europa ni la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) están por la labor de restringir el mercado, así que todos los parches que el sector pueda conseguir en defensa del monopolio del que ha gozado hasta la fecha, no harán más que alargar la agonía de un modelo condenado a extinguirse. Cuanto más tiempo se aferren a lo que no va a volver, no solo se perderá un tiempo precioso y capacidad de reacción, sino también clientes. Antes, ante una huelga de taxis, el usuario no tenía opción. Pero hoy, a través de dicha huelga, prácticamente obligan a probar Uber o Cabify hasta al usuario más reticente. Quizás, no sea la mejor estrategia para la defensa de los intereses del colectivo, poner a sus clientes en bandeja a la competencia. Por nuestra parte, seguimos defendiendo que el usuario pueda elegir.